jueves, 21 de enero de 2021

MOZART : ASPECTOS DE LA INTERPRETACION DE SU MUSICA PARA PIANO.

 


ASPECTOS DE LA INTERPRETACIÓN DE MOZART. - 

Por Juan Olaya.

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1)     El piano de Mozart.

           El piano para el que Mozart escribió era muy diferente al de nuestros actuales pianos de concierto:

 

-Poseía solo cinco octavas de tesitura de Fa-3 a Fa4 (61 teclas en contraste con la 88 de hoy).

-El tono y la acción eran livianos.

-El bastidor era más pequeño y de madera, con lo cual el piano anterior a 1800 no podía tener mucha resonancia.

-Tampoco tenía un físico robusto y las cuerdas y los macillos se rompían con facilidad.

-Al principio el pedal no existía, su efecto lo producía un mecanismo denominado rodillera ya que se activaba con la rodilla aunque el mecanismo de pie estaba abriéndose camino.

-El sistema de apagadores no estaba tan perfeccionado.


           Para este instrumento compuso Mozart lo más esencial de sus sonatas y de sus conciertos de piano. 

  

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  La interpretación de su música exige (...) una técnica apropiada; sus primeras cualidades serán sobre todo: 

-   La claridad del toque 

-   y lo natural de la expresión. 

      Podemos resumir las premisas para una correcta ejecución de la música para piano de Mozart en estos tres elementos: 

-     claridad, equilibrio y gusto.

           Se debe buscar ante todo la belleza y la claridad de elocución

Cuthbert GIRDLESTONE.- 

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  Para ilustrar nada mejor que extraer de sus cartas las conclusiones de cómo el propio Mozart tocaba el piano.     

¿Cómo Tocaba Mozart el piano? 

     De las cartas de Mozart surgen una cantidad significativa de detalles sobre su manera de tocar el piano. A diferencia de Beethoven, Mozart expresó específicamente lo que pensaba de una buena y una mala ejecución. Mozart fue un virtuoso aclamado en toda Europa.

           Si analizamos bien la carta en la que describe la impresión causada por Anna María Stein[1] (hija del constructor de pianos), podemos extraer las siguientes conclusiones:

 

  • Mozart se sentaba al piano tranquilo, frente al centro del teclado y sin hacer muecas o aspaviento alguno.
  • Nos enseña que nunca alteraba el tempo en los pasajes que se repetían en una pieza (aunque posiblemente introdujese alguna variación ya que de no haberlo hecho hubiese sido el único en su época).
  • No le gustaba que se levantase el brazo pues prefería una muñeca liviana con los dedos siempre en contacto con las teclas.
  • No tenía una dinámica exagerada, más bien moderada, aunque con contrastes.
  • Poseía un legato que “fluía como el aceite” como tanto repetía en sus cartas.
  • Se enorgullecía de su tono y de su corrección técnica que supone los siguientes elementos: a) nada de omitir notas b) utilizar una buena digitación c) muy importante la estabilidad rítmica.
  • Utilizaba el rubato o “tiempo robado” en los movimientos lentos, manteniendo el pulso básico en la izquierda y lo variaba en la derecha ya que sino perdería la estabilidad rítmica.
  • En una carta a su hermana, que también era pianista, le recomienda que toque sus sonatas: a) con mucha expresión gusto y pasión, b) que las aprenda de memoria, c) sobre todo que las toque con la precisión exacta.
  • El entrenamiento inseguro y la técnica defectuosa le inspiraban desprecio. En otra carta, hablando de una alumna a la que estaba enseñando sus sonatas dijo: “ Si yo fuera su maestro permanente encerraría sus partituras bajo llave y la haría practicar primero con la mano derecha, luego con la izquierda tan sólo escalas, arpegios, trinos, mordentes y así sucesivamente hasta que tuviese la mano bien entrenada
  • Mozart era un improvisador formidable. A menudo en sus conciertos improvisaba pasajes que no le había dado tiempo a escribir completos; el mismo decía: “siempre toco lo que se me ocurre en el momento”. Probablemente las fantasías en re menor y en do menor fuesen improvisaciones llevadas al papel ya que poseen una organización estructural irregular y recursos muy utilizados en la improvisación como cascadas de arpegios de 7ª disminuida, fermatas y diseños propios de este arte de componer y tocar simultáneamente que es la improvisación.

 



[1] Esa carta esta transcrita en el libro de Harold Schonberg Los grandes pianistas, pp. 37-38


2)     Elementos básicos de la música para piano de Mozart.


A)       MELODÍA

  • A menudo Mozart, y en general los clásicos, para afianzar la tonalidad comienzan las obras con un elemento clarificador bien sea arpegio o notas independientes sobre los grados I-V, es decir tónica-dominante a modo de aclaración y definición tonal.

 

  • Sentido lineal. Con Mozart la frase se alarga, se acerca a la frase cantada. Su dicción ha de ser elegante y clara.

 

  • La zona preferida para los temas “cantabiles” y para las melodías es la medio aguda, aunque no faltan momentos en los que se usa la zona medio-grave con fines melódico expresivos anticipando ciertas disposiciones beethovenianas. Con este recurso Mozart buscaba efectos especiales probablemente tomados de la orquesta y que tendía al uso de todas las zonas del teclado con fines melódico-expresivos.

 

  • La línea melódica es rica en inspiración. Mozart poseía un caudal inagotable y sus melodías le brotaban con gran facilidad. A su vez en los movimientos rápidos usaba gran profusión de escalas y arpegios para enriquecer las melodías, aunque estas, es decir, las escalas no deben en la mayoría de los casos poseer una función virtuosística o mecánica, sino expresiva y bien fraseada.

 

  • Al ser sustituido el clavecín por el piano, se hace menos necesaria la utilización de tantos adornos, (trinos, grupetos, etc.) que eran consustanciales, debido a la falta de sonoridad del antecesor del piano, en las obras de los compositores anteriores Scarlatti, Haendel, Bach etc. e incluso las primeras obras de Haydn y el propio Mozart que hasta 1777 compusieron indistintamente para el clave y el incipiente pianoforte. No obstante Mozart todavía los seguirá utilizando aunque con fines más expresivos que de sonoridad. La gracia y la delicadeza en la ornamentación tiene una importancia capital en el piano de Mozart.

 

B)         ACOMPAÑAMIENTO

 

  • Poca utilización de los acordes, sólo para reforzar determinadas partes de tensión armónica, o para expresar dramatismo como en el caso de la sonata en la menor compuesta en París en las fechas en las que murió su madre. En ella Mozart utiliza la tonalidad de la menor, que para el simboliza la desolación, y la comienza con una cadena de acordes que crean un efecto dramático.

 

  • Mozart suele utilizar a menudo las octavas en el bajo a modo de soporte armónico, cuya ejecución ha de poseer plenitud de sonido, mientras la mano derecha despliega escalas o arpegios como parte de la de melodía.

 

  • Uso frecuente de acompañamientos estereotipados como el “bajo de Alberti”. El bajo de Alberti es un sistema de acompañamiento para la mano izquierda en los instrumentos de teclado ideado por el compositor Domenico Alberti (hacia 1717-1746). Consiste el arpegios con las notas fundamentales de la tonalidad de la pieza que se esta interpretando. Mozart desarrolló este sistema con increíble maestría (uno de los mayores ejemplos se encuentra en el segundo movimiento -Andante- de la sonata “fácil” en do mayor.)

 

  • Utilización del denominado pedal de retención. Sistema que no tiene nada que ver con el pedal propiamente dicho. Consiste en mantener en determinados pasajes del bajo de Alberti durante todo el arpegio para enriquecer la sonoridad con acumulación de armónicos. Fue muy utilizado por la escuela de Viena a la que Mozart pertenecía.

 

 

 

C) ESTRUCTURA

 

  • Las frases suelen ser simétricas, (ocho compases divididos en dos semifrases de cuatro compases, periodos de dieciséis compases divididos en dos de ocho etc.) A menudo Mozart rompe esta simetría dando un carácter de novedad a la estructura, siempre dentro del equilibrio clásico.
  • Estructuralmente la forma más desarrollada y utilizada es la forma sonata, sobre todo en los primeros movimientos. 

  • Los segundos tiempos suelen tener estructura ternaria y las melodías se ornamentan y varían pero la armonía se mantiene con pocas alteraciones estructurales. 
  • El último movimiento suele tener estructura de Rondó (a-b-a-c-a), y es en el que Mozart se muestra más complaciente con el público utilizando los recursos más virtuosísticos de su escritura.

 

D) TONALIDADES

 

  • Mozart empleó tonalidades simples y directas recurriendo rara vez a procedimientos complejos. (tonalidades con muchas alteraciones).

 

  • Usa con mayor frecuencia la tonalidad mayor, aunque en muchas de sus obras hay una fluctuación entre ambos modos lo que produce una cierta ambigüedad que podría explicar esa sensación que a menudo producen las obras de Mozart de alegría empañada, de convivencia entre la melancolía y el optimismo, sin que podamos apreciar exactamente si el carácter global de la pieza refleja una alegría exteriorizada o por el contrario una emoción contenida.

 

  • La tonalidades más empleadas son Do mayor, Re mayor, Sib mayor (alegría intimista, equilibrio), Mib mayor, Fa mayor, Sol mayor y La mayor.

 

  • El tono menor Mozart lo reserva para circunstancias muy especiales, confiriéndole este tono a las obras un carácter desolador o dramático.

 

E) SENTIDO ARMÓNICO

 

           Unido a las tres características esenciales de su música, a la sazón claridad, equilibrio y gusto, podemos afirmar que Mozart, a la par de un caudal inagotable de melodías, poseía un sentido armónico sumamente audaz, un sentido armónico completamente desarrollado. La sensibilidad para la modulación constituye la marca infalible del compositor importante.

 

           La falta de riqueza armónica es la causa que determina que tantas obras del siglo XVIII hoy parezcan aburridas, es decir, esa incesante armonía dominante de la tónica. Los compositores mediocres mantenían la tonalidad cerca del punto de partida y carecían de la audacia y la imaginación suficientes para pasar de un tono a otro. Las permanentes e inesperadas desviaciones del texto en Mozart logran que su música resulte tan inquietante y muestre siempre perfiles renovados (nuevas armonías dentro del discurso). Algunas de las piezas tardías para piano, como el Adagio en si menor, poseen una armonía que en cierta medida anticipa a la de Chopin, tan variada en la estructura de sus tonos.

 

F) LOS TEMPI Y EL RUBATO EN MOZART.

           Hay que conocer las palabras de Mozart con las que emite su juicio sobre Nanette Stein: 

“...Nunca conseguirá lo mas necesario, lo más duro y lo mas importante de la música, a saber, el “tempo”, porque desde su juventud se ha tomado el trabajo de no tocar a compás”                    (Carta del 23-25 de Octubre de 1777).

 

           El tempo hay que deducirlo de la obra misma, como dice muy acertadamente Leopoldo Mozart:

           “No solamente hay que saber marcar el compás correctamente y con igualdad, sino que también hay que saber adivinar el tempo desde la misma pieza, si esta exige un movimiento lento o uno algo mas rápido. Se colocan palabras ante cada pieza destinadas a indicar velocidad, como Allegro,alegre; Adagio, lento; y así sucesivamente. Solo que lo lento y lo rápido y alegre tiene sus grados. Y aun cuando el compositor trate de aclarar on la mayor precisión el tipo de movimiento añadiendo otras palabras adicionales, no puede precisarlo tan exactamente como el quiere verlo expresado en la ejecución de la pieza. Por tanto hay que deducirlo de la propia pieza; y en esto se reconoce infaliblemente la verdadera solidez de los conocimientos musicales...” 

(Leopoldo Mozart: Tratado fundamental de Violín, segundo capítulo de la primera parte principal, pag. 30)

 

3)     Consideraciones generales sobre el tempo en el Clasicismo

Podemos afirmar que la exactitud en la elección y el mantenimiento del tempo eran fundamentales en el periodo clásico.

Hasta la aparición del metrónomo la determinación de un tempo se basaba en los siguientes elementos:

a) Nota rápida = Tempo rápido / Nota lenta = Tempo lento según los principios establecidos por Quantz.

b) Carácter y textura de la obra

c) Usos y costumbres de la época

 

Velocidad.

En el Clasicismo no hay ningún caso en el que dentro de un mismo movimiento se produzcan cambios de velocidad que no estén claramente relacionados (proportia dupla, tripla, cuadrupla, etc). 

     Los cambios repentinos de “tempo” no eran aun un medio de estructuración de la forma en la medida en que lo fueron en el Romanticismo. Todavía hacía su efecto el concepto antiguo de transformación de las notas: nota rápida igual a “tempo” rápido y nota lenta igual a “tempo” lento (Quantz).

En un mismo movimiento no se producían cambios de velocidad. El aumento de la velocidad se producía exclusivamente por medio de divisiones de notas especialmente en los acompañamientos. “Crescendo de tempo” típicos se obtenían con:

  • división de negras en corcheas
  • en tresillos de corcheas
  • en semicorcheas
  • inclusión de síncopas rápidas como intensificación final de un movimiento.

           Estos procedimientos producen la ilusión de un cambio de velocidad pero el pulso de la misma no varía en todo el movimiento (si se inicia un movimiento a un tempo determinado, se termina a la misma velocidad).

           Las ligeras modificaciones de velocidad en un mismo movimiento en el periodo clásico vienen plasmadas en el papel por el propio compositor. Gran número de “ritenutos” y “accelerandos” están ya escritos en notas, sin que el intérprete imagine siquiera que se trata de ellos. El sentido de la indicación por tanto, debe ser comprendido. Este es un ejemplo más de cómo sin modificar la velocidad inicial la propia partitura nos ofrece la ilusión de una modificación de la misma.


           Comentaremos ahora las indicaciones escritas relacionadas con la velocidad:

  • La vieja indicación “Ritenuto” seguida de “A tempo”, significa retener y después volver a tomar el tempo.
  • “Ritardando”, un ligero retardar rubato.
  • “Rallentando”, sin embargo, indica ceder y una continuación en el nuevo tempo alcanzado.

 

Tempo

     La mayoría de las indicaciones de “tempo” se refieren al carácter y no a la velocidad de la obra. Pero el compás, permaneciendo fundamentalmente igual, produce diferentes “tempi”, siempre que se entienda por “tempo” el compás más todos los otros factores de estructuración. Cambios de tempo dentro de un mismo movimiento ocurren solo:

 a) en relación directa (esto es corchea igual a negra o corchea igual a blanca etc.)

 b) en relación indirecta (negra igual a blanca con puntillo)

Estas relaciones de tempo confieren dinamismo al pulso métrico relacionado con el estricto mantenimiento de la velocidad.    

 

           Mozart tiene básicamente dos “tempos” rápidos, uno medio y uno lento:

  • Adagio

           En la introducción de un movimiento en forma sonata significa en Haydn y Mozart nada más que la elección de un tempo doble o cuádruplo o a veces también en relación con un compás entero de ¾ frente al Allegro siguiente. Por ejemplo en la sinfonía en Mi b KV 543 de Mozart la negra de la introducción se convierte en un compás de ¾ del Allegro (“proportia tripla”).

  • Andante

           El tempo andante de Mozart hay que tomarlo como esta indicado (en 2/4 por ejemplo esta referido a la negra y no a la corchea). Podemos decir que Andante es una indicación que necesita interpretación partiendo de la música. También puede darse el caso de que el movimiento numérico permanezca igual (mismo pulso de velocidad) y la música reciba una nueva indicación a causa de una apariencia cambiada (nueva figuración). Por ejemplo cuando un Allegro tajante se convierte en Andante en el momento en el que la música se hace ligada y suave, o cuando es incluido un cierto ritmo de puntillos, sin que la distancia temporal de las notas negras entre sí sufra el menor cambio.

  • Allegro

           Llamado también “Allegro ordinario” o “Allegro aperto”. Con este término se designaba al tempo acostumbrado al que iba la música cuando interesaba únicamente su contenido y no la superficialidad de su estructuración. Suele corresponder a los primeros movimientos escritos en forma sonata como hemos visto cuando hablábamos de la estructura.. Éste era el tiempo más elaborado y por eso interesaba más su contenido musical.

  • Allegro molto y Allegro vivace.

           Tempo reservado generalmente para los últimos movimientos en los que el contenido virtuosístico servía al ejecutante para su propio lucimiento. Normalmente los últimos movimientos están escritos en forma “Rondó”. El Allegro clásico se tomaba siempre mucho más lento que en el Romanticismo. 

   Sobre el concepto “Presto” en el Clasicismo habría que decir mucho. Su significado simple es rápido, una palabra que, naturalmente, necesita ser aclarada más detalladamente. Esta expresión también ha cambiado con el tiempo su significado. “Presto” significa para el intérprete de hoy “tan rápido como técnicamente sea posible de realizar”; el sentido de la palabra se ha frivolizado. En su tiempo debió significar: “muy rápido, pero que el contenido sea aún claramente comprensible”. Ante todo en el Clasicismo por “Presto” no se entiende la velocidad de las series de notas, sino la ausencia de partes fuertes en la ejecución. La mayoría de los Prestos empiezan con ocho o dieciséis compases de música en pianissimo y sin partes fuertes. Por lo demás no se diferencia en tempo del Allegro. Presto significaba simplemente rápido al igual que Adagio lento. Fue mucho después, en el Romanticismo, cuando el Adagio se convirtió en lleno de sentimiento y Presto en vertiginoso.

 

           La utilización del tempo rubato en Mozart se refiere exclusivamente a la melodía, la mano izquierda debía mantener el pulso estricto y su uso se reserva a los movimientos lentos (Adagios). Esto esta reflejado en palabras de Mozart:

           “...que yo siempre permanezco cuidadosamente en el compás, sobre esto se admiran todos. No pueden comprender en absoluto que la mano izquierda no sepa nada en absoluto del tempo rubato en un Adagio; cuando ellos tocan la mano izquierda cede...” (Carta del 25 de Octubre de 1777).

 

G) LAS DINÁMICAS MOZARTIANAS.

           En todos los maestros la dinámica no es otra cosa que un medio para hacer más clara la estructura formal. La dinámica es parte integrante de la sustancia musical en el sentido más severo; esta encadenada al compás, al que pertenece como las notas que lo llenan. Tan sólo con el desarrollo de la forma Sonata y su composición cada vez más compleja de elementos independientes creció la importancia de la dinámica como medio de aclaración de las funciones hasta en el más pequeño detalle.

           

Como decíamos al inicio de este apartado los “tempi” y las “dinámicas” de Mozart son siempre controlados confiriendo a su obra un equilibrio clásico inconfundible, sin desmesura de ninguno de los elementos. 

   Aparte de las cuestiones estructurales, en la riqueza dinámica de Mozart influirá de un modo decisivo su encuentro con la escuela de Mannheim que a través de su famosa orquesta determinará una impronta decisiva en el estilo instrumental del maestro con sus efectos modernos de dinámica, sus crescendos potentes y avasalladores y su enorme expresividad y la cantidad, cada vez mayor, de indicaciones dinámicas y de expresión.


-Relacionada con la estructura, y de una manera tácita, cuando no hay signos de dinámicas escritos ( p , f, mf , ) , la tercera fracción de cada cuatro, a menudo es un poco más fuerte , bien sea un compás, una frase de cuatro compases ( en ese caso sería el tercer compás la parte agógica más fuerte) o estructuras de 8 cc. que se pudieran dividir en 2+2+2+2. En este caso serían los compases 5 y 6 los más intensos.

    En diseños escalisticos incesantes, que a menudo aparecen en las obras de Mozart., la tercera batería de semicorcheas de cada compás, también debe ser potenciada como la más álgida de las cuatro. 

    Los elementos de este apartado están directamente relacionados con la forma natural e intrínseca en la que Mozart utiliza con sumo equilibrio la sección aurea. La sección áurea de 4 es el 3. Mozart coloca en sus terceras partes la tensión bien armónica o bien melódica con una interválica más alta o expresiva. ( un ejemplo podría ser la primera semifrase de 4 cc. de la “sonata fácil" en Do Mayor)

 -La dinámica es por tanto, parte integrante de la sustancia musical absolutamente relacionada con las notas. Cambiarla es tan grave como cambiar una nota.

-Los valores sentimentales resultantes de la dinámica son consecuencias (de la estructura) no intenciones (expresivas). La relación intrínseca entre la estructura y la dinámica demuestra este hecho:

1) A menudo los “crescendos” comienzan en un grupo de 8 compases (frase) y se continúan dentro de él (dentro de la misma frase); o también puede ocurrir:

2) que empiecen el los últimos compases de un grupo de 8 y nos conduzcan a un “forte” en el primer compás del siguiente grupo de compases (siguiente frase). Lo mismo ocurre con los “diminuendos”. Dinámica libre solo hay en frases de acentuada expresión.

-La dinámica es el transmisor de sentimientos más gratuito. Un intérprete dotado de poca imaginación obtiene de la dinámica una fuente “gratuita” para expresar las intenciones del compositor.


H) Indicaciones de carácter y expresión.

-Los clásicos acostumbran a designar especialmente tres grados de expresión:

  • Dolce.- Es el simple destacar de una voz principal o el de las voces secundarias de importancia, o también armonías que deben destacar especialmente.

  • Expressivo.- Significa expresivo en el sentido de expresión instrumental; se usa en frases melodiosas y es el medio de expresión instrumental libre.

  • Cantabile.- Es igual a “canción sin palabras”. Se escribe en frases que deben sonar cantadas como si fueran producidas por la voz humana. Es en cierto modo una imitación instrumental de la “vox humana” que supera la capacidad de expresión instrumental.

 

I) LA UTILIZACIÓN DE LOS PEDALES  EN LA INTERPRETACIÓN DE HAYDN Y MOZART[1]

El pedal derecho

           La utilización del pedal derecho en la interpretación pianística de Haydn y Mozart ha sido siempre problemática, y existen algunos músicos que tienen la firme convicción de que el pedal debe utilizarse con moderación cuando se toca Haydn y no emplearse en absoluto en el caso de Mozart. 

     Es cierto que algunas de sus obras juveniles para teclado fueron también concebidas para interpretarse al clave o al clavicordio, pero cuando comenzaron a gozar de una rápida aceptación los primeros fortepianos, ambos compositores empezaron enseguida a escribir con este instrumento en mente.

     El sonido brillante, algo tenue y transparente del fortepiano de la época de Haydn y Mozart es difícil, si es que no imposible, de reproducir en un piano moderno sin ningún tipo de readaptación. Este es indudablemente el motivo por el que muchos intérpretes han recomendado evitar por completo el pedal derecho en el repertorio de esta época. Pero dejando de lado el gusto personal, la omisión del pedal derecho o de resonancia en la interpretación de Haydn y Mozart no es históricamente correcta. 

     Todos los pianos de las tres últi­mas décadas del siglo XVIII estaban equipados virtualmente con una rodillera para subir y bajar los apagadores del mismo modo que lo hace en la actualidad el pedal derecho del piano moderno.

           Por lo que sabemos, Mozart no escribió ninguna indicación de pedal en ninguna de sus obras para teclado. Mostró, sin embargo, su entusiasmo por el mecanismo de pedal de los fortepianos de Stein. En una carta a su padre, fecha­da el 17 de octubre de 1777 y frecuentemente citada, escribe:

"El mecanismo que se acciona con la rodilla es mejor que el que se encuentra en otros instru­mentos. Basta con tocarlo y ya funciona, y tan pronto como se mueve un poquito la rodilla, no puede oírse ni el más mínimo rastro de sonido."

         Aunque son infrecuentes las indicaciones de pedal en las partituras de Haydn, éste introdujo en dos ocasiones el pedal derecho, como se muestra en los ejemplos 1 y 2, en la Sonata en Do mayor, Hob. XVI:50, escrita hacia 1794. En los pianos de la época, la larga e ininterrumpida utilización del pedal en estos pasajes habría sonado atmosférica y misteriosa. Estas indicaciones de pedal están marcadas no porque estos pasajes sean los únicos lugares en los que Haydn desea el empleo del pedal, sino porque producen efectos infrecuentes. En los instrumentos inmensamente más resonantes de hoy en día, puede reproducirse aproximada­mente este sonido mediante un empleo al 50 por ciento del pedal derecho o mediante cam­bios parciales del pedal cuando el sonido pleno con el pedal pisado comienza a acumularse o a emborronarse en exceso. El pedal izquierdo puede utilizarse también para resaltar la sonori­dad velada que requieren estos pasajes.

      Parece probable que tanto Mozart como Haydn se valieran al menos de un modo limitado del mecanismo de la época para activar la resonancia. 

   Al utilizar el pedal derecho de los instrumentos actuales, el intérprete debería recordar en todo momento que en su música no deben oscurecerse la claridad de la textura, el fraseo y la articulación.

 

El pedal izquierdo

  Excepto en casos en los que se desee una alteración concreta del timbre, el pedal izquierdo no debe apenas utilizarse. Aunque los fortepianos de la época contaban con un mecanismo móvil, en las partituras de Haydn y Mozart no aparecen indicaciones de pedal de este tipo. Los pianissimos que señala Mozart en el segundo movimiento de su Sonata en Do menor, K. 457, son ejemplos en los que podría utilizarse posiblemente el pedal izquierdo.

 

OBRAS PARA TECLADO DE MOZART

Obras infantiles

           No conservamos ninguna sonata para teclado solo de la infancia de Mozart. Sin embargo, el “Cuaderno Londinense” proporciona una idea aproximada de la habilidad con la que Wolfgang se manejaba en el teclado, ya desde los 5 años. También conservamos de esta época las dos series de variaciones sobre melodías alemanas para teclado solo, K. 24 y 25, compuestas en Holanda con 10 años.

 Obras juveniles

           Un grupo de sonatas para piano, los primeros ejemplos del género que han sobrevivido, datan de la segunda mitad de 1774 y comienzos del año 1775. Mozart escribió, una tras otra, las primeras cinco de una serie de seis sonatas, tras haber decidido utilizar sólo las tonalidades mayores "fáciles" (aquellas con las armaduras más sencillas).

     La colección se realizó siguiendo un círculo de quintas descendente desde Do a Mib, las más complejas tonalidades fáciles en el círculo de los bemoles, seguida de una serie de quintas ascendentes desde el punto de partida, el Do: Sol y Re; de este modo, la colección está escrita en el orden siguiente: Do, Fa, Sib, Mib, Sol y Re (K. 279-284). Un par de meses transcurrieron entre la quinta y la sexta sonata. Parece como si estas obras fueran escritas para uso privado del joven Mozart en Munich, en la época del estreno de La finta gardiniera, y en la correspondencia con su familia se refiere a ellas como unas sonatas "difíciles".

     Todas tienen tres movi­mientos, pero aparte de tal similitud elemental, Mozart intentó dotarlas de la máxima individualidad: tres utilizan la tonalidad de la subdominante para el movimiento cen­tral, otra usa la tónica menor y dos utilizan la tonalidad de la dominante; la música evoluciona desde la despreocupada galanterie del primer movimiento de la Sonata en Do mayor o de la Sonata en Sib, hasta lo diminuto, aforístico y de gran profundi­dad expresiva del inicio de la Sonata en Mib o la coda del movi­miento lento de la Sonata en Sol. La última sonata de la serie, en Re, es la más extensa y tiene como movimiento final una de las series de variaciones más impre­sionantes que Mozart escribiera nunca.

 

LAS PRIMERAS SONATAS PARA PIANO SOLO:

SONATAS DE SALZBURGO      El género sonata para piano, ocupa para Mozart una posición intermedia entre variación y concierto, sin grandes pretensiones, dirigida a un público muy extenso de «amateurs», alcanzará en manos de Mozart un grado de dificultad que empieza a colocarla fuera del alcance de muchos aficionados.

     Son 18 las sonatas definitivamente adjudicadas a Mozart. Todas ellas tienen tres movimientos y adoptan en general la forma convencional de un movimiento lento rodeado de dos movimientos vivos: el allegro de sonata y el rondó. No podemos por tanto considerarle un gran innovador en el dominio de este género, ni estas sonatas cubren toda su carrera. En realidad, cada serie está separada de la anterior por un intervalo de tiempo relativamente largo.

     La serie de seis sonatas K. 279 a 284 abre el conjunto de las escritas para piano solo. Las cinco primeras datan del otoño de 1774. Mozart estaba entonces en Salzburgo, en vísperas de un nuevo viaje a Munich, y es en esta ciudad donde compone la última de ellas, • Han sido pensadas indistintamente para clavecín, clavicordio o pianoforte (tengamos en cuenta su comprensible inclinación por este último, que le ofrecía nuevos recursos con que nutrir su propio repertorio de virtuoso) y escritas desde la óptica de un compositor precozmente maduro con un lenguaje sumamente personal.

     En cuanto a la motivación, parece que son dos las mejor aceptadas por la crítica. En primer lugar, las numerosas oportunidades que le brindaría su próximo viaje a Munich. Por otra parte, la influencia bastante reconocible de las seis sonatas de Haydn publicadas ese mismo año. Mozart, que se ha dejado llevar por la atmósfera despreocupada y mundana de Salzburgo, se muestra aquí en pleno período galante.

 

Sonata en Do mayor KV 279

     El allegro inicial es una página extremadamente brillante. El andante, una tierna cantinela cuyo' carácter expresivo se ameniza con flexibles tresillos, y el allegro final muestra la dialéctica de sus dos temas, con claro predominio del segundo sobre el primero.

 

Sonata en Fa mayor KV 280

     El adagio, en Fa menor, es el único movimiento lento de las 18 sonatas escrito en modo menor. El ritmo es el de una siciliana teñida de melancolía, casi patética, sobre una escritura de piano muy brillante. El presto opone dos temas muy alegres.

 

Sonata en Si bemol mayor KV 281

     De una construcción muy estricta, sus dos temas son contrastantes. El andante amoroso expone un gracioso y refinado canto, y la obra termina con un rondó-allegro que posee la notable intensidad de las páginas de madurez de Mozart.

 

 

Sonata en Mi bemol mayor KV 282

     Escrita en Salzburgo en 1774 siguiendo el mismo impulso creador que las anteriores, dentro de la serie es la que posee una estructura más inusual: comienza con un adagio, dos minuetos aportan el toque de gracia y sensibilidad y después el allegro final, con su tema único, es breve y fugaz.

 

Sonata en Sol mayor KV 283

Es la más mozartiana de la serie, la que menos acusa el influjo de Haydn. Una obra luminosa, brillante, con dos tiempos extremos que muestran una escritura elegantemente virtuosística, enmarcando un andante que sugiere en algunos momentos una pieza de cámara

 

Sonata en Re mayor KV 284

     Aunque conectada por los estudiosos con las Sonatas de Salzburgo, aparece separada de ellas en el tiempo y en el espacio. Escrita ya en Munich y conocida con el nombre de su comandatario von Dürnitz, muestra claramente el contacto de su autor con un ambiente musical nuevo y más rico. Mozart se muestra más sugestionado que nunca por el estilo galante de procedencia francesa, y ese influjo se manifiesta incluso en la sustitución del movimiento lento central por un rondeau en polonaise. La evolución de su escritura pianística, más rica, variada y difícil, junto a su evolución estilística, dan a esta Sonata una importancia bien reconocida. El propio Mozart debió tenerla en más estima, pues es la única que publicaría más tarde.

 

LAS SONATAS DE PARÍS.-

 

    Casi tres años transcurrieron antes de escribir las  sonatas de esta etapa. Los viajes de Mozart a Mannheim y París engendraron un número importante de obras, entre las que se encuentran:

     las Sonatas para Piano en Do, K. 309, y en Re, K. 311, ambas escritas en Mannheim a finales de 1777,

     y la Sonata en La menor, K. 310, escrita en París en el verano de 1778.

     Estas tres obras son más ambiciosas y maduras que las de la colección preceden­te. Son el producto de los años en que Mozart experimentó las miserias del amor no correspondido, aspiraciones frustradas, la hipocresía de sus colegas compositores y la desgracia personal. Pocos artistas han tenido que soportar tal prolongada ansiedad y congoja.

     Ningún compositor es menos proclive que Mozart a reflejar en su música algún tipo de experiencia autobiográfica, pero, a medida que su experiencia perso­nal se ampliaba, sus poderes expresivos se fueron haciendo cada vez más profun­dos. En estas sonatas podemos apreciar un incremento del control mozartiano de las estructuras asimétricas de fraseo, así como la utilización de las armonías apropiadas al Affekt de galanterie que hicieron que su música se situase más allá de la comprensión de sus contemporáneos.

 

     Esta segunda serie de seis sonatas aparece entre 1777 y 1778, durante el curso de un viaje a París, son las Sonatas KV 309 a 311 y KV330 a 333. Seducido por la sonoridad de los pianos construidos por Stein e influido, al mismo tiempo, por la música de la escuela de Mannheim, que contaba con la mejor orquesta del mundo, Mozart enriqueció su escritura pianística e introdujo nuevos efectos orquestales.

 

     Las Sonatas de París están llenas de un tono patético, pre-romántico, que testimonia la tristeza y decepción que acompañaron a Mozart durante su estancia en esta ciudad, otras tantas pruebas que marcaron en él una madurez decisiva.

 

Sonata en Do mayor KV 309

     Sus movimientos extremos, que Mozart comunica haber terminado el 8 de septiembre de 1777, son la elaboración cuidadosa de una brillante improvisación. Sólo tiene que añadir un movimiento central, una especie de retrato musical del carácter de Rosa Cannabich, para dejarnos esta bella Sonata en la que los comentaristas han querido ver en algunos momentos la transposición pianística de ciertos efectos orquestales. El gran rondó es un momento feliz y sonriente con el estilo de un final de concierto.

Haré copiar en pequeño formato la sonata que he compuesto para la señorita Cannabich (KV 309) lo más pronto posible. He comenzado desde hace tres días a enseñarle a la señorita Rosa la sonata. Hoy hemos terminado el primer Allegro. Será el Andante lo que nos hará trabajar más, ya que está lleno de expresión y debe tocarse cuidadosamente, con mucho gusto, fuerte y piano, como indico en la partitura

Mozart a su padre. Mannheim, 14 de noviembre de 1777.

 

 

Rosa tiene quince años, pero es muy bonita y gentil. Es extremadamente madura para su edad y es además muy seria y discreta. Cuando dice algo lo hace con dulzura y amabilidad. Ayer de nuevo me hizo sentir muy feliz al interpretar por entero y perfectamente mi sonata. Ella interpreta el Andante con gran sensibilidad, ya que no debe hacerse rápido. El joven Danmer me preguntaba cómo sería el Andante y le dije que a semejanza del carácter de la señorita Rosa. Ella es como el Andante. Espero que lo habrá recibido con entusiasmo.

Mozart a su padre. Mannheim, 12 de diciembre de 1777

 

 

Sonata en La menor KV 310

     Compuesta en mayo de 1778, esta Sonata es una página dramática. A pesar de la nota sonriente de sus primeros compases, la atmósfera del andante sigue siendo extremadamente sombría. La misma emocionante intensidad la encontramos en el final, presto, que el episodio central no llega a relajar. Fiel influjo de su estado de ánimo, de su íntima desesperación, esta música sobrecoje por su talante profundamente trágico. Esto hará que pase desapercibida en los medios musicales de París que sólo buscaban en la música un agradable pasatiempo.

 

Sonata en Re mayor KV 311

     Publicada en París en 1778. Sigue a la 309, teniendo ambas características similares.

Arranca con un impetuoso primer movimiento, el andantino, posee una de las melodías más hermosas del autor y el último es

un soberbio y ampliamente desarrollado rondó que, en opinión de los biógrafos más autorizados, es el primero de los grandes

y verdaderamente logrados rondós para piano que nos dejara Mozart

Últimas obras para piano

Hay varias teorías que conciernen a las fechas de composición de las cuatro pri­meras de las nueve últimas sonatas de Mozart para piano solo, y el catálogo perso­nal de Mozart no nos ayuda demasiado puesto que son anteriores.

Sonata en Do

K. 330

1783

Viena?

Sonata en La

K. 331

1783

Viena?

Sonata en Fa

K. 332

1783

Viena?

Sonata en Si',

K. 333

1783

Linz?

Sonata en Do menor

K. 457

14 de Octubre, 1784

Viena

Sonata en Fa

K. 533

3 de Enero, 1788

Viena

Sonata en Do

K. 545

26 de Junio, 1788

Viena

Sonata en Si b

K. 570

Febrero, 1789

Viena

Sonata en Re

K. 576

Julio, 1789

Viena

 

     Basándose en la escritura autógrafa y en sus trazos, las investigaciones más recientes apoyan las fechas señaladas anteriormente, a pesar de apartarse de los números de Köechel. Al menos tres de las sonatas de 1783 forman un grupo, y se publicaron como tales en 1784.

     La cuarta se publicó con otro grupo de obras (inclu­yendo K. 284 y K. 454) también en 1784. En estas obras hay una expansión notable, que ha de atribuirse no a la extensión temporal sino a sus exigencias técnicas.

Sonata en Do mayor KV 330

     Compuesta en julio de 1778, meses después de la KV 310, sin embargo no cabe mayor contraste entre ellas. Esta es todo candor y gracia sonriente en sus movimientos extremos, mientras un clima de serenidad impregna el bellísimo andante cantabile que ocupa la posición central. Cabe cierta extrañeza ante el hecho de que fuera escrita poco después de la muerte de su madre, acaecida el 3 de julio de ese mismo año. Por lo demás, pese a su frágil e inocente apariencia y a su moderada dificultad pianística, es una pequeña obra maestra de singular perfección «donde cada nota está exactamente en el lugar apropiado» (Einstein).

 

K. 330 es quizá la más ortodoxa y la menos notable, a pesar del encanto de su movimiento lento.

Sonata en La mayor KV 331

     Escrita en julio de 1778, es la tercera de las Sonatas de París. Sin duda la más conocida de las sonatas mozartianas, aunque sólo fuera por la popularísima marcha turca con la que finaliza. Escrita al estilo francés, con una disposición de movimientos que en nada responde al esquema característico del allegro de sonata, ya que comienza por un andante con variaciones al que sigue un menuetto, para terminar con el rondó alia turca. No hay acuerdo entre los musicólogos para determinar el origen francés o alemán del tema. En lo que sí se coincide es en apreciar su belleza. Las variaciones, en su mayoría sólo cumplen la función de ornamentarlo. Parte del menuetto y el rondó tienen un claro antecedente en Gluck.

     Innegablemente esta página popularísima responde al gusto por los temas exóticos en el teatro y la ópera de la época, ese gusto al que Mozart rendirá homenaje años más tarde escribiendo El rapto del serrallo. Fue publicada en Viena en 1784.

 

K. 331 es una de las más famosas, con su primer movimiento, una serie de variaciones y su Rondo alla Turca. Lo más interesante, técnicamente, es el uso que hace Mozart del cruce de manos, responsable de una rica resonancia en el piano, muy peculiar.

 

Sonata en Fa mayor KV 332

     Compuesta en 1778, en fecha posterior a su encuentro en París con J. S. Bach, la obra muestra claramente esta influencia. Influjo que no pasa de esa especie de homenaje que supone utilizar algunos temas más o menos disfrazados. Mozart es ahora un compositor precozmente maduro y en posesión de un estilo personal, a quien no son precisamente ideas lo que le faltan. Es precisamente esta Sonata una de sus obras más rebosantes de inspiración y más personales. El adagio, de sencilla estructura binaria y proporciones moderadas, contrasta con la vasta y compleja arquitectura de los movimientos extremos, siendo el último de una inusitada brillantez. Pocos finales de Mozart, en sus sonatas, son tan difíciles y virtuosísticos como éste.

 

    En el primer movimiento de la sonata K. 332 los persistentes bajos Alberti de K. 330 son reemplazados por unas texturas constantemente cambiantes y por un enorme despliegue de invención melódica. Es sorprendente encontrar un segundo movi­miento dominado, casi en su totalidad, por los acordes quebrados ya pasados de moda en la mano izquierda. También nos sorprenden los pasajes que recuerdan a las típicas texturas de Schobert, como los ya señalados en una sonata anterior, K. 310, y en algunas variaciones escritas en París.



     La sonata en Sib, K. 333, con todo su encanto y su extravagancia melódica, pare­ce ser una mirada al pasado. Su tema inicial recuerda el Op. 17, n.° 4 de J. C. Bach y su extensa cadencia, escrita, del tercer movimiento también apunta a una época anterior. El movimiento lento, sin embargo, contiene tales excesos armónicos creados a través de extensas apoyaturas, que apenas parece pertenecer a esta sonata.




   La sonata K. 457 en Do menor posee esa aura especial que caracteriza a muchas obras de Mozart en modo menor. La crítica del siglo XIX sostenía que sus obras en mo­do menor escapaban de la superficialidad que caracterizaba a muchas obras en modo mayor, renunciando a los convencionalismos y profundizando en el lenguaje del verdadero sentimiento.     

 Mozart dedicó la K. 457, junto a la Fantasía en Do menor, K. 475, a su alumna Frau von Trattner, y se trata de una obra de un gran peso emocional en su conteni­do dinámico y melódico. Aun así, su estructura permite tan sólo un breve desarrollo en el primer movimiento, el más corto de todos en relación a la exposición. El poder que despide esta obra no se debe al proceso de desarrollo; raramente se produce esta circunstancia en las obras de este compositor. Si es que su secreto reside en algún lugar accesible a la lógica, es en la variedad de direccio­nes que la música asume. Este logro demuestra el completo control de Mozart sobre las dimensiones del movimiento, hasta el detalle más pequeño. El movimiento lento anticipa la sonori­dad beethoveniana y lo intrincado del último movimiento, con su fluir abruptamente interrumpido, hiatos y modulaciones inesperadas, resultan desconcer­tantes.

Tanto la Fantasía como la Sonata están dedicadas a Teresa von Trattner, una alumna suya a la que debió unirle un sentimiento muy profundo; es éste un episodio de la vida sentimental de Mozart que ha quedado bastante oscuro. Lo más lamentable es que han desaparecido las cartas con las que Mozart acompañó el envío de ambas obras a Teresa von Trattner; en esas cartas se contenía una serie de precisiones y de consejos acerca de su interpretación. Sin duda, la destinataria, que se negó a confiar dichas cartas a la esposa del compositor tras la muerte de éste, debió destruirlas.






Las sonatas en Fa, K. 533,   y en Re, K. 576,  demuestran la tendencia creciente de Mozart a tratar a la sonata a solo como si fuese una obra camerística, donde la mano derecha e izquierda intercambian material, colaborando para crear la sensación de un conjunto.



    
K. 533 es única en cuanto que sus procedimientos técnicos parecen apuntar hacia algo que rebasa su propio alcance. El movimiento lento, rico y poco común, contiene uno de los pasajes mozartia­nos más sorprendentes en lo que se refiere a armonía y conducción de voces (cc. 60-72). Este es el tipo de música que va más allá de la propia declaración estética de Mozart ("que la música nunca debe dejar de ser música") y alcanza el reino donde, por un momento, un motivo inexorable, constantemente repetido, crea unas diso­nancias de una calidad casi expresionista.

Fragmentos inacabados

      La Sonata para Piano en Sib, K. 569a, que Mozart nunca terminaría, junto a otro fragmento (K. 590b) y las dos sonatas completas a las que nos hemos referido anteriormente, apuntan hacia la concepción de la sonata para piano como música camerística. El lenguaje natural de todas estas obras es contrapuntísti­co. Incluso cuando el material aparenta ser convencional, es susceptible de un trata­miento contrapuntístico.

     Tampoco Mozart terminaría la sonata k.547a sonata que en principio era para violín y piano y que algunos editores, aprovechando fragmentos para piano solo editaron como la número 19. Es una sonata con “ fines alimenticios" que en ediciones más recientes se ha eliminado del catálogo de sus sonatas.

     Omitiendo la consideración de otras obras para piano que el autor dejó en esta­do fragmentario, debe mencionarse el Rondo K. 511, el Adagio K. 540, la Gigue K. 574 y el Menuet K. 355 (K. 576b). En estas obras, particularmente en la K. 511, el compositor supera todo lo que había escrito hasta entonces para el piano. En particular, el efecto de la mano derecha que soporta dos voces en una polifonía a tres partes, y la asimilación constante de recursos contrapuntísticos es especial­mente notable. Durante este período Mozart también escribió varias series de varia­ciones, incluyendo aquellas basadas en una melodía de Gluck, K. 451, que se consi­deran, en términos generales, como las más logradas.

 

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CATALOGO CRONOLÓGICO COMPLETO  DE LAS SONATAS PARA  PIANO SOLO DE MOZART.

NOTA.- Las sombreadas en negrita, son las que aparecen publicadas en las ediciones modernas. Esto es, 18 sonatas , más la fantasía en do menor K. 457. El resto, o están incompletas o poseen alguna otra característica que se detalla en la CRONOLOGÍA.

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Sonata (n.° 1) en do mayor K. 279

Sonata (n.° 2) en fa mayor K. 280

Sonata (n.° 3) en si bemol mayor K. 281

Sonata (n.° 4) en mi bemol mayor K. 282

Sonata (n.° 5) en sol mayor K. 283

Compuestas en Salzburgo, durante el otoño de 1774.

Sonata (n.° 6) en re mayor K. 284 «Dürnitz»

Compuesta en Munich, en enero o febrero de 1775.

Sonata (n.° 7) en do mayor K. 309

Terminada en Mannheim, el 8 de noviembre de 1777.

Sonata (n.° 9) en re mayor K. 311

Compuesta en Mannheim, después del 25 de noviembre de 1777.

Sonata (n.° 8) en la menor K. 310

Compuesta en París, en mayo de 1778.

 

Sonata (n.° 10) en do mayor K. 330

Sonata (n.° 11) en la mayor K. 331

Compuestas en París, antes del 20 de julio de 1778

Sonata (n.° 12) en fa mayor K. 332

Compuesta en París, en agosto de 1778.

Sonata (n.° 13) en si bemol mayor K. 333

Compuesta en París, en septiembre, o en Estrasburgo, en octubre de 1778.

Fragmento de un primer movimiento de sonata en si bemol mayor K. 400

Compuesto en Viena, en el verano o el otoño de 1781. Mozart escribió la exposición y el desarrollo de este movimiento, y por razones desconocidas se detuvo ahí. Maximilian Stadler añadió la «reprise» copiando textualmente la exposición, sin más modificación que el cambio de tonalidad obligado en el segundo grupo de temas, y lo hizo publicar bajo esa forma.

 

Sonata (n.° 14) en do menor K. 457

Fechada en Viena, el 14 de octubre de 1784.

Fantasía en do menor K. 475

Fechada en Viena, el 20 de mayo de 1785, y publicada juntamente con la Sonata precedente,a la que sirve de introducción.


Rondo en fa mayor K. 494

Fechada en Viena, el 10 de junio de 1786 (ver la Sonata siguiente).

Sonata (n.° 18) en fa mayor K. 533

Los dos primeros movimientos fueron compuestos en Viena, en enero de 1788. Mozart le añadió como tercer movimiento el Rondo precedente, con algunas modificaciones.

Sonata (n.° 15) en do mayor K. 545

Fechada en Viena, el 26 de junio de 1788


Sonata en fa mayor K. 547a

Esta Sonata en dos movimientos está formada por un Andante con variaciones, que no es otra cosa que las Variaciones K. 54 ligeramente modificadas, y un Allegro que no es sino el Rondo final de la Sonata precedente, también con ligeras variantes. Con el añadido de un Andante cantabile, a guisa de primer movimiento, y la pertinente parte de violín, esta Sonata aparece mencionada en el catálogo que Mozart llevaba de su propia mano como «una pequeña sonata de piano par principiantes, con un violín». Köchel le atribuye el número 547 y hace la número 43 de las sonatas para piano y violín del compositor. (No se incluye los actuales catalogos de sonatas por razones obvias).

 

Sonata (n.° 16) en si bemol mayor K. 570

Compuesta en Viena, en febrero de 1789. Apareció publicada con el añadido de una parte de violín que puede ser suprimida enteramente sin modificar para nada la parte de piano.

Sonata (n.° 17) en re mayor K. 576

Compuesta en Viena, en julio de 1789

 

Allegro en sol menor K. 312

Compuesto en Viena, seguramente en el verano de 1790. Se trata con toda probabilidad del primer movimiento de una de las sonatas destinadas a la princesa Federica de Prusia

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A esta nómina de sonatas para piano sólo cabría añadir, para completar este sector, las Sonatas para piano a cuatro manos K. 19d de 1765, K. 381 de 1772, K. 358 de 1774, K. 497 de 1786 y K. 521 de 1787, más la Sonata para dos pianos K. 448 de 1781.

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Artículo elaborado para mis alumnos.



[1] Extraído de un artículo homónimo de Joseph Banowetz incluido en Quodlibet nº4, febrero de 1996, pp. 60-62 y 66

BIBLIOGRAFÍA 

-   Hans Swarowski ; "Dirección de orquesta: Defensa de la obra" . Ed. Real Musical. 

-   Jesús Dini; " Conocer y reconocer la música de Mozart " Ed. Daimon.

-   Harold C. Schonberg; " Los grandes pianistas " Ed. Vergara editores.

-   Francois Rene de Tranchefort; " Guia de la música para clavecin y piano" Ed. Taurus.

-   Joseph Banowetz; " El pedal. Técnicas y uso. Madrid. Ed. Pirámide. 1999.

-  Ciclo completo de sonatas para teclado de Mozart Estudio para el programa de mano. Fundación Juan March. Abril-Mayo 1982.

-   Integral de las sonatas para piano de Mozart. Prologo del programa de mano. Fundación Juan March. 1991

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